La infrautilización del Ejército en la DANA

La reciente DANA ha dejado tras de sí un escenario desolador en muchas regiones, principalmente en la Comunidad Valenciana, con una población desbordada y servicios locales incapaces de hacer frente a la magnitud de la catástrofe. Aunque los efectivos desplegados realizaron esfuerzos heroicos, su movilización fue completamente insuficiente antes, durante y después de la emergencia.

Resulta incomprensible que, con los recursos y capacidades del Ejército, no se haya movilizado masivamente desde el primer momento. Si bien los errores en la gestión de la Generalitat Valenciana, encabezada por Carlos Mazón, resultaron evidentes e inaceptables, el resto de las instituciones no deberían haberse limitado a observar el desastre desde la distancia, escudándose en la necesidad de órdenes directas de un mandatario irresponsable.

El despliegue del Ejército debió haber sido mucho más contundente, con hasta 50.000 efectivos, iniciando con la UME y complementándose con todos los recursos disponibles de las distintas unidades militares. Contamos con un cuerpo de 120.000 soldados altamente cualificados, preparados para rápidos despliegues y con acceso a una amplia gama de recursos: helicópteros, paracaidistas, equipos de transmisiones, dotaciones de ingeniería, maquinaria pesada y ligera, además de infraestructuras temporales como tiendas de campaña y campamentos. Estas capacidades, diseñadas para adaptarse a cualquier entorno, no se utilizaron en la medida necesaria.

Mientras el Ejército permanecía en gran parte infrautilizado, miles de ciudadanos con escobas y palas tuvieron que suplir tareas que podrían haber sido coordinadas y ejecutadas profesionalmente. Es un agravio para estos voluntarios, cuyo esfuerzo fue ejemplar, que además se enfrentaran a trabas e impedimentos impuestos por una gestión política incompetente.

Es una pena que, en lugar de demostrar la utilidad de su inmenso presupuesto, el Ejército haya quedado relegado a un papel secundario. Una intervención masiva no solo habría aliviado, sino que aún podría y debería aliviar la carga sobre los servicios de emergencia locales. Las fuerzas armadas cuentan con miembros de todos los oficios y con los medios necesarios para ayudar a restablecer la normalidad en las zonas afectadas de manera rápida y efectiva.

Debemos aprender de esta situación y establecer protocolos claros que prioricen la movilización masiva y temprana del Ejército en emergencias como esta. En un contexto de cambio climático y eventos extremos recurrentes, la capacidad de respuesta debe ser inmediata y proporcional a la magnitud del desastre.

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