Al menos se ha avanzado con el BRL (Bien de Relevancia Local) para las Clarisas. Tuvo que ser el Partido Popular quien restaurara, al menos en parte, y recuperara como centro cultural el histórico edificio. Por desgracia, durante su mandato, la izquierda no tomó medidas efectivas: retiró incluso los 900.000 euros asignados de las ayudas de los fondos europeos y, para más inri, intentó privatizar el edificio. Más por menos, en este caso, parece que es imposible para la izquierda.
Sin embargo, no solo las Clarisas han sido un ejemplo de gestión cuestionable. Otro caso destacado es el del Mercado Central, donde se cayó en contradicciones, como la recalificación de la zona verde de la avenida del País Valenciano para pretender consolidar allí el mercado, cuando fueron los primeros en manifestarse en su contra, al amparo de lo que entonces les interesaba. Esto supuso cuantiosos gastos perdidos y bloqueó a los funcionarios más necesarios para el día a día municipal.
Actualmente, el mercado ya ha sido adjudicado, aunque con escasos puestos para los placeros, solo 24, sin incluir la restauración de los refugios de la plaza de la Fruita. Posteriormente, si finalmente se realiza el traslado, esto permitiría liberar la zona verde para su uso original y paisajístico, un objetivo que debería haber sido prioritario desde el principio. Además, la izquierda ha desconectado su acción política de los movimientos y colectivos sociales que en su momento le ayudaron a alcanzar el gobierno, perdiendo gran parte de su base social.
Lo lógico sería recuperar todo el edificio de las Clarisas como un Centro Cultural y Casa de la Cultura, algo que, por cierto, nuestra ciudad no tiene. El centro histórico, tras la pérdida del Casino y de la Peña Madridista, ha perdido su gran baza cultural. La izquierda debería espabilar y sustituir a los actuales dirigentes, que, por su deficiente gestión, se alejan cada vez más de la posibilidad de volver al gobierno municipal, dejando al Partido Popular al mando.
Este último parece haber priorizado, además de ciertas decisiones de marcado carácter ideológico, iniciativas que podrían comprometer la sostenibilidad futura de las arcas municipales. Como ejemplo, está la cuantiosa inversión anual en el plan de autobuses para las pedanías, que no cubrirá todos los lugares como lo hacen los taxis. Y cuidado con que lleven adelante otra gran metedura de pata: el pseudo TRAM-BUS, que no tiene nada que ver con lo que realmente se necesita.
Es imprescindible exigir al Gobierno central y a la Generalitat la modernización metropolitana del Cercanías o su conversión en un auténtico TRAM ferroviario que conecte la costa con Elche, Murcia y sus núcleos económicos, como el AVE de Matola, el aeropuerto y el parque industrial. Este proyecto debería dejarse preparado para futuras conexiones con el Alto y Bajo Vinalopó, la Vega Baja, Torrevieja, etc. Esto sí que sería invertir recursos públicos en realidades y en el futuro.
Por otra parte, tampoco tiene sentido que no se promocione el servicio de BICIEX, haciéndolo incluso semigratuito y conectando los carriles bici abandonados y a recuperar, como el del importante eje de la avenida Juan Carlos I, que cruzaba cómodamente la ciudad en línea recta y que ahora se ha convertido en un tramo peligroso, con múltiples zigzags y cruces por vías de intenso tráfico, como la de Doctor Jiménez Díaz. Este cambio ha provocado que el carril deje de usarse, ya que no aporta nada, sino que resta debido a sus excesos de velocidad.
En cambio, se están destinando recursos a subvencionar patinetes, que no aportan beneficios al ejercicio físico y representan, en la actualidad, una anarquía en el tráfico, además de carecer de una ordenanza clara que regule su uso.