Ferraz se renueva, Elche se cierra: el contraste de un partido en crisis

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La purga en Ferraz: un giro que confirma el agotamiento del modelo de partido en Elche
El próximo Comité Federal del PSOE marcará previsiblemente, un antes y un después en la organización del partido, con una profunda reestructuración que simboliza el fin de un modelo de poder interno basado en la concentración de cargos, la falta de debate y el cierre a la ciudadanía. Este modelo, replicado en numerosas agrupaciones locales, encuentra un ejemplo claro en la situación de la agrupación socialista de Elche.
La elección por unanimidad de la nueva ejecutiva local, encabezada por Alejandro Soler, ha sido presentada como una muestra de unidad. Sin embargo, esa unanimidad no es fruto de un consenso real, sino de la ausencia total de debate y alternativas. La asamblea se desarrolló sin competencia, sin discusión pública y sin apertura a la ciudadanía, reflejando un proceso más cerrado que democrático.
La sede socialista de Elche, que en otros tiempos fue un espacio de diálogo y participación, hoy se presenta como un enclave clausurado a la sociedad. Ya no existen actos abiertos de debate, ni tertulias, ni invitaciones a la ciudadanía, a colectivos sociales, culturales o medioambientales. Es, en la práctica, una casa sin pueblo. Un lugar donde solo circulan los afines al núcleo dirigente, y donde las voces críticas no tienen cabida.
Desde hace años, la militancia ha disminuido de forma alarmante. La agrupación ha perdido casi la mitad de sus afiliados, con un padrón actual estimado entre 600 y 700. Muchos de ellos proceden de altas tramitadas en circunstancias tan cuestionables que, en su momento, motivaron la intervención de una gestora desde Valencia. Una situación insólita que fue denunciada por la corriente liderada por Ramón Abad, hoy paradójicamente unida a la de Soler, en una alianza que ha eliminado cualquier atisbo de disidencia.
Este cierre interno no solo empobrece la vida democrática del partido, sino que también explica en gran medida sus reveses electorales. En Elche, el PSOE ha oscilado entre gobiernos breves y pérdidas de poder, en buena parte por su incapacidad para conectar con la ciudadanía. El retorno al control del partido por quienes impulsaron este modelo ha coincidido con una nueva etapa de desconexión institucional y social.
A todo esto se suma la falta de autocrítica. En lugar de fomentar una reflexión abierta sobre los errores del pasado y las causas de la desafección ciudadana, se perpetúa un sistema donde el pensamiento único y la disciplina interna se imponen sobre el diálogo y la pluralidad. Y ello en un contexto nacional donde el PSOE intenta regenerarse y recuperar la confianza perdida.
La reciente renovación en Ferraz, con la salida de figuras vinculadas a redes de poder que ahora están siendo cuestionadas, abre una oportunidad para repensar el partido desde abajo. Pero para que ese cambio cale, debe llegar también a agrupaciones locales como la de Elche. Donde las sedes deben volver a ser lugares de encuentro ciudadano, de debate, de propuestas abiertas.
No se trata de nombres, sino de prácticas. La democracia interna no puede reducirse a una votación sin opciones. El partido que aspire a representar a la ciudadanía debe empezar por abrirse a ella. Sin participación real, sin transparencia, sin rendición de cuentas, no hay futuro progresista posible.
La regeneración del PSOE empieza por sus bases. Y Elche, que fue ejemplo de dinamismo socialista, necesita recuperar ese espíritu abierto, plural y comprometido con su gente. Porque sin pueblo, no hay partido.

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