Hoy, más que nunca, el grito por la paz y la humanidad resuena con una desesperación inaudita. En un rincón del mundo, la Franja de Gaza se ha convertido en el epicentro de una barbarie sin precedentes, donde la vida no solo es arrancada por las bombas, sino que la propia supervivencia se ha transformado en una trampa mortal.
Asistimos horrorizados a un genocidio que no conoce límites. Las poblaciones civiles, los más vulnerables, están siendo masacradas sistemáticamente, no solo por la violencia directa, sino también por una estrategia de aniquilación que utiliza el hambre como arma. La imagen de personas muriendo al intentar acceder a ayuda humanitaria es la cumbre de la abyección. Es un cebo de muerte: la necesidad vital de alimentarse se convierte en una sentencia.
La inacción de las principales instituciones internacionales es una vergüenza histórica. Su incapacidad para evitar esta masacre está pulverizando la esperanza de la humanidad.
No podemos permanecer impasibles. Es imperativo que la presión ciudadana global obligue a nuestros líderes a actuar.
¡Exijamos el fin de todos los genocidios! ¡Exijamos el fin de todas las guerras! ¡Basta ya!
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