Hoy, más que nunca, la conciencia global debe sacudirse. Lo que ocurre en la Franja de Gaza es

una barbarie inaceptable, un genocidio que no conoce límites. Las poblaciones civiles son masacradas sistemáticamente, no solo por la violencia directa, sino por una estrategia de aniquilación que utiliza el hambre como arma.
Asistimos horrorizados a la imagen de personas muriendo al intentar acceder a la ayuda humanitaria. El pan, el agua, se han convertido en un cebo de muerte. La necesidad vital de alimentarse es, paradójicamente, una sentencia de vida o muerte. Este desprecio absoluto por los Derechos Humanos Universales y la Justicia Social se vulnera día a día, llevando horror, desesperación y una muerte inhumana.
La pasividad y la inacción de las principales instituciones internacionales son una vergüenza histórica. Su incapacidad para frenar esta masacre y la desidia de las naciones más influyentes están erosionando la fe de la humanidad en la justicia y la humanidad globales.
No podemos ser impasibles. Cada vida perdida en estas circunstancias es una herida abierta en la conciencia colectiva. Es imperativo que la presión ciudadana global obligue a nuestros líderes y a las organizaciones internacionales a actuar de forma inmediata y contundente.
¡Basta ya! Exijamos el fin de todas las guerras. Exijamos que la vida y la dignidad humana sean el pilar innegociable de nuestra civilización.