Por Jose Joaquín | DebatePúblico
“La estupidez es un peligro mayor que la maldad.” — Dietrich Bonhoeffer
Vivimos en una época donde la estupidez política no es una casualidad ni un defecto individual: es una construcción colectiva, fomentada por estructuras ideológicas cerradas, partidos endogámicos y sistemas de poder que premian la obediencia acrítica. Como advirtió Bonhoeffer desde su celda, la estupidez no es falta de inteligencia, sino renuncia voluntaria al juicio propio. Y esa renuncia se cultiva, se adoctrina, se organiza.
🧱 Adoctrinamiento sectario: el aborregamiento como método
Los partidos políticos, convertidos en maquinarias de fidelidad interna, han sustituido el debate por el dogma. La ley de partidos, lejos de garantizar pluralismo, ha blindado estructuras que reparten cargos, silencian disidencias y convierten la participación ciudadana en una farsa ritual. El resultado: generaciones de militantes formados no para pensar, sino para repetir consignas. La estupidez se institucionaliza.
🔄 Endogamia institucional: el poder como circuito cerrado
La endogamia no es solo biológica: es política, mediática, académica. Los mismos apellidos, los mismos círculos, los mismos pactos. Se premia la lealtad, no el mérito. Se reciclan cargos, no ideas. Se protege el statu quo, no la innovación democrática. Y en ese circuito cerrado, la crítica se convierte en amenaza, y el pensamiento independiente en traición.
🧨 Narcisismo, fascismo y seudodictaduras
Cuando el sistema deja de rendir cuentas, cuando la ciudadanía no puede controlar ni revocar a sus representantes, cuando los medios repiten sin cuestionar, el terreno está abonado para el narcisismo político, el autoritarismo disfrazado y las seudodictaduras de diversos signos. Todo ello bajo una apariencia democrática que ya no engaña a nadie, salvo a los que han sido entrenados para no ver.
🧊 Sociedad insolidaria: el triunfo del “todo vale”
La estupidez política tiene consecuencias sociales. Nos convierte en espectadores indiferentes ante la violación de derechos humanos, ante la corrupción estructural, ante el sufrimiento ajeno. Miramos hacia otro lado, no por maldad, sino por hábito. Porque nos han enseñado que pensar es peligroso, que cuestionar es inútil, que la política es cosa de otros.
🛠️ ¿Qué hacer?
- Desadoctrinar: Educación democrática, pensamiento crítico, pluralismo real.
- Desendogamizar: Auditorías ciudadanas, rotación de cargos, transparencia radical.
- Desestupidizar: Recuperar el juicio propio, el sentido común colectivo, la capacidad de decir “no” al poder.
La estupidez no es inevitable. Es reversible. Pero solo si dejamos de tratarla como un chiste y empezamos a verla como lo que es: una amenaza estructural a la democracia. Y como toda amenaza, exige respuesta. No desde el odio, sino desde la lucidez.
¿Otra democracia es posible? Sí. Pero solo si empezamos por desmontar la estupidez organizada.