
Crónica del pleno municipal del 19 de diciembre de 2025 en Elche
El pleno municipal celebrado el pasado 19 de diciembre de 2025 en el Ayuntamiento de Elche dejó una imagen difícil de olvidar: vecinos desalojados del Barrio de San Antón, con camisetas reivindicativas y cerca de 1.200 firmas, reclamando algo tan básico como poder recuperar sus pertenencias personales ocho meses después de haber sido expulsados de sus casas.
No pedían privilegios. Pedían lógica, humanidad y responsabilidad institucional.
Ocho meses fuera de casa… y sin respuestas
El Bloque 8 de San Antón fue desalojado en abril de 2025 tras un decreto municipal basado en informes técnicos que hablaban de ruina técnica. Desde entonces, decenas de familias —personas mayores, hogares vulnerables, jóvenes, propietarios que habían reformado sus viviendas— viven realojadas provisionalmente sin poder acceder a sus casas ni rescatar sus enseres.
Durante estos meses:
- Siguen pagando préstamos, muebles y electrodomésticos.
- Pagan recibos municipales de viviendas a las que no pueden entrar.
- Ven cómo el edificio, tapiado, sufre robos y vandalismo.
- Y, sobre todo, padecen una falta absoluta de información clara.
El pleno era, para ellos, una de las últimas vías para ser escuchados.
Las voces del Bloque 8: dignidad frente al silencio
Las intervenciones de Raquel, Rocío y Paqui —recogidas por medios como TeleElx, Diario Información y Radio Elche— fueron claras, firmes y profundamente humanas.
Las demandas se repitieron con coherencia:
- Acceso seguro y organizado para recuperar pertenencias personales.
- Creación de una ventanilla única de información, con un interlocutor real.
- Fin del abandono informativo y de la incertidumbre.
- Explicaciones sobre realojos desiguales y criterios poco transparentes.
- Seguridad en un edificio que, pese a estar cerrado, sigue siendo saqueado.
No hubo gritos. No hubo exageraciones. Hubo hechos.
El contraste: diez minutos de discurso, cero compromisos
La intervención del alcalde, Pablo Ruz, duró alrededor de diez minutos. Tiempo suficiente para justificar, explicar, contextualizar… pero no para comprometerse.
Según coinciden las crónicas:
- No se anunció ninguna medida inmediata.
- No se fijaron plazos concretos para el acceso a los enseres.
- Se volvió a remitir todo a futuros procesos administrativos: licitación, derribo, protocolos “cuando toque”.
El mensaje implícito fue demoledor: esperen un poco más.
Para familias que llevan ocho meses fuera de casa, ese “un poco más” se ha convertido en un bucle sin fin.
Ruina técnica… pero no inminente: la gran contradicción
Uno de los puntos más controvertidos es la propia base del desalojo. Los vecinos no niegan la existencia de problemas estructurales. Lo que cuestionan —con razón— es la gestión posterior.
Si la ruina fuera inminente:
- ¿Por qué el edificio sigue en pie ocho meses después?
- ¿Por qué no se ha derribado?
- ¿Por qué no se articula un protocolo de acceso supervisado, como se ha hecho en otros municipios?
La comparación con casos como Huesca, donde sí se permitió la recogida de enseres incluso con riesgo estructural, deja al descubierto una falta de voluntad política, no técnica.
San Antón como síntoma, no como excepción
Lo ocurrido con el Bloque 8 no es un hecho aislado. Es el reflejo de una gestión urbanística fallida que lleva años acumulando retrasos, prórrogas incumplidas y abandono institucional.
San Antón, barrio históricamente obrero y popular, vive hoy:
- Zonas a oscuras tras demoliciones.
- Degradación del entorno.
- Desvalorización forzada del patrimonio vecinal.
- Sensación de expulsión silenciosa.
La regeneración urbana prometida se ha convertido, para muchos vecinos, en un proceso de desgaste y pérdida.
Cuando la política pierde el pulso humano
El pleno del 19 de diciembre no fue solo una sesión presupuestaria. Fue una prueba de algo más profundo: la capacidad de una institución para empatizar con su ciudadanía.
Cuando un Ayuntamiento es incapaz de resolver algo tan elemental como permitir que una familia recupere sus fotos, su ropa o los recuerdos de toda una vida, el problema ya no es técnico. Es político. Y es moral.
Epílogo: un barrio que no se resigna
Pese a todo, los vecinos del Bloque 8 no se rinden. Recogen firmas, acuden a los plenos, hablan con los medios y se apoyan entre ellos. Siguen reclamando lo que nunca debió negárseles.
San Antón no pide milagros. Pide respeto.
Y la pregunta que queda flotando tras el pleno es tan simple como incómoda:
¿Cuánto más tendrá que esperar un barrio entero para que su Ayuntamiento empiece, de verdad, a escuchar?
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